jueves, 5 de febrero de 2015

"NO TE GUARDES NINGUNA CARTA"

No voy a olvidar fácilmente los cuatro días que he pasado en la selva, acompañando al paisano dombenitense Javier Travieso en el inicio de su servicio como obispo del Vicariato de San José del Amazonas. Otro Perú descomunal, bellísimo, pobre, a la vez llamada y cariño, desafío y abrazo de Diosito.

¿Cómo se puede atender pastoralmente un territorio de más de 150.000 kilómetros cuadrados (algo menos de un tercio de España), cuatro enormes ríos junto a los cuales el Ebro parece un regato, 16 puestos de misión y 8 curas? No se puede, y no se atiende (vaya palabrita): se es iglesia que se sumerge en la vida del pueblo y que camina con los indígenas... Bueno, más bien que rema con la gente, que surca las dificultades y navega por los amaneceres de la vida.

Iglesia necesariamente laical, no puede ser de otra manera, por obediencia a la realidad y por opción. He conocido a gente excepcional, auténticos misioneros que se dejan la vida en cada golpe de remo, que aman ese mar inmenso que es el Amazonas y se dejan llevar por la corriente de Dios y la profundidad del Reino. Los laicos, las religiosas y religiosos, los sacerdotes del Vicariato me parecen gigantes de la fe y de la aventura de la evangelización (http://www.sanjosedelamazonas.org//). Con Dominik, con Yvan, con Anna, con Lupita, con José, con Ana Laura, con Alzira, con Vianey, con Homero, con Ivanilde... Javier se sentirá acompañado, aprenderá y se entregará siendo fiel a su lema: "Contigo y como tú".

Han sido días estupendos, paseando en mototaxi por Iquitos (que es un mar de ¡30.000 motos!), con excursiones por el río, degustación de manjares del lugar (lagarto, brocheta de suris o gusanos, pescado...) y visitas turísticas a reservas de animales donde he conocido la anaconda, el oso perezoso, la tortuga prehistórica, espectaculares mariposas y un montón de monos, entre otros bichos. Y por la noche, partida de mus con los tres obispos agustinos recoletos: D. Emiliano (de Chachapoyas), D. Fortunato (de Chota) y D. Carmelo (de Cajamarca), que era mi compañero. El primer día les ganamos, pero luego nos han dao pal pelo. Jugar al mus con tres obispos ha sido tan divertido como montar en barca. ¡Envido! ¡Diecisiete más! Jejejeje.

A Javier lo han acogido magníficamente. Un ambiente precioso de familia, de participación, de libertad, de apertura, de compartir... Los misioneros del Vicariato tienen que recorrer distancias tremendas de 3-4 días en barco por esos ríos misteriosos, adaptarse al calor, a la lentitud, al aislamiento, convivir con el peligro y llevar siempre la mosquitera a cuestas. Son héroes de la misión, gente generosa, alegre, fuerte, franca. Como los indígenas. Como el papa Francisco.

Hay tiempo también para tomar un vodka y conversar. "La selva te repele o te embruja", me dicen, así que procuro tener cuidado, aunque lo mismo es demasiado tarde. El domingo vamos a Indiana, sede del Vicariato. La Eucaristía de presentación de Javier es multitudinaria; Jaume, Eduardo, Luz Estela y Ale están emocionados. Salen niños y niñas con el rostro, el torso y las piernas pintados, a bailar en el ofertorio. Qué preciosidad. Paco Travieso filma y fotografía, y no pierde detalle cuando el nuncio le entrega a su hermano el báculo, que yo he transportado en su caja de madera como si fuera un violín. Luego, en la fiesta, le regalarán un remo. Rema mar adentro - pienso, más adentro.

Mientras el coro canta "Hemos entregado nuestra vida al Señor", yo me cuestiono: ¿cómo me sitúo en la misión? ¿Es un destino más, es un servicio "funcional", temporal? ¿Es una opción de vida? Las personas que he conocido, este acontecimiento, me empujan a planteármelo. Y entonces me acuerdo de que ayer, día de Don Bosco, charlando con David Martínez Aguirre, que es de mi edad y obispo de Puerto Maldonado, él me aconsejó: "No te guardes ninguna carta". Quema las naves, pon en la misión alma, vida y corazón, entusiasmado (es decir, "metido en Dios").

Escribo esto en Lima, el día de San Blas. Me ronda otra canción en la aterciopelada voz de la hermana Luz María: "Cristo mío, toma mi vida". Dejarse llevar... quemar las naves... echar un órdago a la vida y a la vocación... sin reservar nada... con valentía... con humildad... contigo y como tú. Esta tarde a Chachapoyas, a mi diócesis, pero el lugar importa poco; comienza un nuevo capítulo. ¡Enhorabuena, Javier! ¡Gracias, Señor! Gracias Javier y enhorabuena, Señor.

De izquierda a derecha Mons. Fortunato, Mons. Javier, Mons. David y Mons. Carmelo

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